Resumen acerca de la lectura el transplante
Resumen acerca de la lectura el trasplante
El transplante
Las
primeras llegaron al comenzar el mes de mayo. Eran tan bellas que hicieron
soñar a los hombres a lo largo de los días y a lo largo de las noches. Poco se
tardó en saber que no eran nada hurañas y los hombres se trasmitieron la nueva.
Poseían un refinamiento tal para amar que dejaban muy atrás a sus rivales terrestres.
El número ya grande de solteras aumentó. Y seguían cayendo del cielo, más
atractivas que nunca, eclipsando a la mujer más maravillosa. Sólo ellas
contaban para los hombres, y además no resentían el paso del tiempo, ellas no envejecían.
Mucho tiempo pasó antes que se dieran cuenta de que eran estériles. Así que,
cuando medio siglo más tarde llegaron los robustos venusinos, sólo quedaban en la
Tierra hombres decrépitos y mujeres ancianas. Tuvieron con ellos muchos cuidados
y los trataron sin brutalidad.
Venusinas
Las
primeras llegaron al comenzar el mes de mayo. Eran tan bellas que hicieron
soñar a los hombres a lo largo de los días y a lo largo de las noches. Poco se
tardó en saber que no eran nada hurañas y los hombres se trasmitieron la nueva.
Poseían un refinamiento tal para amar que dejaban muy atrás a sus rivales terrestres.
El número ya grande de solteras aumentó. Y seguían cayendo del cielo, más
atractivas que nunca, eclipsando a la mujer más maravillosa. Sólo ellas
contaban para los hombres, y además no resentían el paso del tiempo, ellas no envejecían.
Mucho tiempo pasó antes que se dieran cuenta de quieran estériles. Así que,
cuando medio siglo más tarde llegaron los robustos venusinos, sólo quedaban en
la Tierra hombres decrépitos y mujeres ancianas. Tuvieron con ellos muchos
cuidados y los trataron sin brutalidad.
La criatura
como
era un planeta de arena muy fina, dorados acantilados, agua esmeralda y
recursos nulos, los hombres decidieron transformarlo en centro turístico, sin
pretender explotar su suelo, estéril por otra parte. Los primeros desembarcaron
en otoño. Edificaron algunos balnearios, y cuando llegó el verano pudieron
recibir varios centenares de veraneantes. Arribaron seiscientos cincuenta.
Pasaron semanas encantadoras dorándose a los dos soles del planeta,
extasiándose con su paisaje, su clima y la seguridad de que ese mundo carecía
de insectos molestos o peces carnívoros. Pero hacia el 26 de julio, de un solo
golpe y al mismo tiempo, el planeta se tragó a todos los veraneantes. El planeta
no poseía más forma de vida que la suya: era la única criatura viva en ese
espacio. Y le gustaban los seres vivos, en particular los hombres. Sobre todo
cuando estaban bronceados, pulidos por el viento y el verano, calientitos y
cocidos.
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