RESUMEN DE LA LECTURA MUY MAL
RESUMEN DE LA LECTURA MUY
MAL
Las tres leyes de la
robótica
1a Un robot no puede hacer
daño a un ser humano, o por medio
de la inacción, permitir
que un ser humano sea lesionado.
2a Un robot debe obedecer
las órdenes recibidas por los seres
humanos excepto si estas
órdenes entrasen en conflicto con la
Primera Ley.
3a Un robot debe proteger
su propia existencia en la medida
en que esta protección no
sea incompatible con la Primera o la
Segunda Ley.
Gregory Arnfeld en
realidad no se estaba muriendo, pero sin duda existía un
claro límite a lo que le
quedaba de vida. Tenía un cáncer inoperable y había
rechazado, enérgicamente,
toda sugerencia de tratamientos químicos o terapia
radiactiva.
Apoyado contra las
almohadas, sonrió a su mujer y dijo:
—Soy el caso perfecto. Lo
llevarán Tertia y Mike.
Tertia no sonrió. Parecía
terriblemente preocupada.
—Hay tantas cosas que se
pueden hacer, Gregory. Sin duda Mike es un
último recurso. Puedes no necesitar
esa cosa.
—No, no. Para cuando me
hubiesen atiborrado de sustancias químicas
y remojado con radiación,
haría tanto tiempo que me habría ido que no
existiría una prueba
razonable... Y por favor no llames a Mike «cosa».
—Estamos en el siglo XXII,
Greg. Hay muchos medios para tratar el cáncer.
—Sí, pero Mike es uno de
ellos, y creo que el mejor. Estamos en el siglo
XXII, y sabemos lo que
pueden hacer los robots. Ciertamente, yo lo sé. He
tratado más a Mike que a
cualquier otro. Tú lo sabes.
—Pero no puedes pretender
utilizarlo sólo para enorgullecerte del
proyecto. Además, ¿hasta
qué punto estás seguro de la miniaturización? Es una
técnica incluso más nueva
que la robótica.
Arnfeld asintió.
—De acuerdo, Tertia. Pero
los muchachos de la miniaturización parecen
seguros. Pueden reducir o
restablecer constantes de Planck de una forma según ellos,
razonablemente segura, y
los controles que lo hacen posible están introducidos en
Mike. Puede disminuir y
aumentar de tamaño a voluntad sin que su entorno se vea
afectado.
—Razonablemente seguros
—dijo Tertia con ligera amargura.
—Esto es todo lo que se
puede pedir, sin duda.
Extendió una mano para
coger la de ella.
—Tertia, tú y yo sabíamos
que esto iba a llegar. Déjame hacer algo por
ello, un experimento
glorioso. Aunque falle, y no fallará, será un experimento
glorioso. Pasaré a la
historia como el primer proyectista de Mike.
Louis Secundo, del grupo
de miniaturización, dijo: —No, señora Arnfeld.
No podemos garantizar el
éxito. La miniaturización está íntimamente ligada a
la mecánica cuántica, y
hay aquí un fuerte elemento de carácter imprevisible.
cancerosas significativas.
Pasará la mayor parte del tiempo buscando pequeñas lesiones
imposibles de detectar con
instrumentos, pero esto no se puede evitar. Si podemos, tenemos
que localizarlas todas,
¿comprendes?, y eso lleva tiempo. Sin embargo, Mike ha recibido
estrictas instrucciones
sobre cuánto debe reducirse, y no se hará más pequeño, puedes estar
segura. Un robot debe
obedecer las órdenes.
Aquí, Tertia, estamos en
manos de la cuántica. No hay forma de predecirlo, pero
existe una más que
razonable probabilidad de que tenga lugar sin problemas. Por supuesto,
tendremos que redilatarlo
dentro del cuerpo de Gregory lo menos posible; lo suficiente para
estar razonablemente
seguros de encontrarlo y extraerlo. A continuación, será rápidamente
introducido en la estancia
de seguridad donde se llevará a cabo el resto de la redilatación.
Por favor, Tertia, hasta
las intervenciones médicas corrientes tienen sus riesgos.
La señora Arnfeld estaba
en el cuarto de observación mientras tenía lugar la
miniaturización de Mike.
También estaban las cámaras de holovisión y representantes
escogidos de los medios de
comunicación. La importancia del experimento médico era tal
que fue imposible
evitarlo, pero la señora Arnfeld estaba en una cabina con Johannes por
toda compañía, y se
entendía que nadie debía acercarse a ella para hacer comentarios,
sobre todo, si ocurría
algo fatal.
¡Fatal! Una completa y
repentina redilatación haría saltar la habitación de operaciones
por completo y mataría a
todos los allí presentes. Por algo estaba bajo tierra y a media milla
de distancia del centro de
observación.
Observó el proceso de
miniaturización (lo había visto antes) y vio cómo Mike se
volvía más pequeño y
desaparecía. Observó el elaborado proceso de inyectarlo en el
lugar adecuado del cuerpo
de su marido. (Le habían explicado que habría sido prohibitivo
económicamente inyectar
seres humanos en un medio submarino. Mike, por lo menos, no
necesitaba un sistema para
mantenerse con vida.)
A continuación, las
materias giraron en la pantalla, donde se veía la sección aproximada
del cuerpo en
holosonograma. Era una representación tridimensional, turbia y desenfocada,
imprecisa a causa de una
combinación del lado finito de las ondas sonoras y de los efectos
del movimiento browniano.
Mostraba a Mike, confusa y silenciosamente moviéndose a
través de los tejidos de Gregory
Arnfeld por su corriente sanguínea. Resultaba casi imposible
explicar lo que estaba
haciendo, pero Johannes describía los acontecimientos de forma
lenta y satisfactoria,
hasta que ella ya no pudo oírlo más y pidió que la sacasen de allí.
Le habían administrado
sedantes ligeros y había dormido hasta la tarde, momento
en que Johannes fue a
verla. No hacía mucho rato que se había despertado y tardó un
momento en recuperar sus
facultades. Seguidamente dijo, llena de un repentino temor:
—¿Qué ha pasado?
Johannes se apresuró a
decir: —Un éxito, Tertia. Un éxito completo. Tu marido está
curado. No podemos evitar
que el cáncer se reproduzca, pero por ahora está curado.
Ella se echó hacia atrás
aliviada. —Oh, maravilloso.
—Asimismo, ha sucedido
algo inesperado y habrá que explicárselo a Gregory.
Consideramos que sería
preferible que se lo dijeses tú.
—¿Yo? —Y prosiguió con un
renovado acceso de temor ¿Qué ha pasado?
Johannes se lo contó.
Hasta al cabo de dos días
no pudo ver a su marido por más de un par de minutos. Él estaba
sentado en la cama, con la
cara un poco pálida, pero le sonreía.
—De nuevo a flote, —dijo
con ilusión.
—En efecto, Greg, yo
estaba completamente equivocada. El experimento ha sido un éxito y me
han dicho que no
encuentran ni rastro de cáncer en ti.
—Bien, sobre esto no
podemos tener demasiadas esperanzas. Puede haber una célula cancerosa aquí
o allá, pero quizá mi
sistema inmunitario se ocupe de ella, sobre todo con la medicación adecuada, y,
si
algún día se formase de
nuevo, para lo cual pueden pasar años, recurriremos otra vez a Mike.
En este punto, frunció el
entrecejo y dijo: —¿Sabes?, no he visto a Mike. Me han estado dando largas.
—Has estado débil, querido,
y te han administrado sedantes. Mike estuvo manipulando en tus
tejidos llevando a cabo un
necesario pequeño trabajo destructivo. Aunque la operación haya sido un
éxito, necesitas tiempo
para recuperarte.
—Si estoy lo bastante
recuperado para verte a ti, sin duda también lo estoy para ver a Mike, por
lo menos lo suficiente,
para darle las gracias.
—Un robot no necesita que
le den las gracias.
—Claro que no, pero yo
necesito dárselas. Hazme un favor, Tertia. Sal y diles que quiero ver
a Mike en seguida.
La señora Arnfeld titubeó,
luego llegó a una decisión. Esperar haría la tarea más difícil para todos.
Dijo con tacto: —El hecho,
querido, es que Mike no puede venir.
—¡No puede venir! ¿Por
qué?
—Tenía que escoger,
¿sabes? Limpió tus tejidos maravillosamente bien; hizo un magnífico trabajo,
todo el mundo está de
acuerdo; y luego tuvo que iniciar la redilatación. Era la parte arriesgada.
—Sí, pero aquí estoy yo.
¿Por qué estás alargando tanto esta historia?
—Mike decidió minimizar el
riesgo.
—Naturalmente. ¿Qué hizo?
—Bien, querido, decidió
hacerse más pequeño.
—¡Cómo! No podía. Tenía
órdenes de no hacerlo.
—Esto era la Segunda Ley,
Greg. La Primera Ley tenía preferencia. Quería estar seguro de que tu vida
no corría peligro. Estaba
equipado para controlar su propio tamaño, así que se redujo lo más rápidamente
que pudo, y cuando llegó a
ser mucho menor que un electrón utilizó su rayo láser, que era para entonces
demasiado diminuto para
lastimar cualquier parte de tu cuerpo, y el impacto lo despidió volando a casi
la
velocidad de la luz.
Explotó en el espacio exterior. Fueron detectados los rayos gamma.
Arnfeld la miró fijamente.
—No puedes estar queriendo decir eso. ¿Estás hablando en serio?
¿Mike ha muerto?
—No para mí, querido.
Tampoco para quienes trabajan contigo. Ni para nadie. Ni siquiera para Mike.
Puso una mano sobre la de
él. Vamos, Greg, estás vivo. Estás bien. Esto es todo lo que importa.
Pero él apartó su mano con
impaciencia.
—Esto no es todo lo que
importa. No lo comprendes. Oh, muy mal. ¡Muy mal!
MENSAJE
DEBEMOS CUIDAR NUESTRA ALIMENTACIÓN PARA QUE EN NUESTRO CUERPO NO SE DESARROLLE NINGUNA ENFERMEDADES MALIGNAS PERO SOBRE TODO DEBEMOS CONFIAR, AGRADECER Y PONER NUESTRA VIDA EN LAS MANOS DE DIOS.
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