RESUMEN DE LA LECTURA LA GLORIA DE LOS FEOS La lectura se trato de dos personajes Lupe y Lolo, hace ya muchos años, porque eran, sin lugar a dudas, los raros del barrio. Hay niños que desde la cuna son distintos y, lo que es peor, saben y padecen su diferencia. Son esos críos que siempre se caen en los recreos; que andan como almacén, de grupo en grupo, mendigando un amigo. Basta con que el profesor los llame a la pizarra para que el resto de la clase se desternille, aunque en realidad no haya en ellos nada risible, más allá de su destino de víctimas y de su mansedumbre en aceptarlo. Lupe y Lolo eran así: llevaban la estrella negra en la cabeza. Lupe era hija de la vecina del tercero, una señora pechugona esférica. La niña salió redonda desde chiquitita; era patizamba, de las rodillas para abajo, las piernas se le escapaban cada una para un lado como las patas de un compás. No es que fueraborda: es que estaba mal hecha, con un cuerpo que parecía un torpedo y la barbilla sal...
Resumen acerca de la lectura de preferencia, guapitos de cara Había un cartero que toco el timbre —¡Abre, Riqui! —¡No puedo, mamá! ¡Hace mucho frío! —¡Mecachis con el frío! —se quejaba la madre. Y gritaba, dirigiendo la voz hacia el piso superior—. ¿Bajas a abrir, Silvia? Silvia estaba muy concentrada, leyendo el primer volumen de. En busca del tiempo perdido de Marcel Proust, prodigiosa obra maestra de la Literatura Mundial, con la que ya llevaba tiempo bregando por descifrarla. Volvieron a llamar a la puerta y se oyó a la madre desgañitándose desde la cocina: —¡¿Es que nadie puede ir a abrir la puerta?! ¡Silvia! Silvia puso las gafas sobre el libro, como contrapeso para no perder el punto, salió de su sanctasanctórum6 y bajó a la planta. —¿No oyes que llaman? —le preguntó a Riqui. —Hace demasiado frío y soy pequeño —contestó él, sin dejar de pedalear. Por eso, al llegar al quiosco, merodeó furtivamente a su alreded...
RESUMEN ACERCA DE LA LECTURA EL ANILLO DE THOTH Se trataba de un arqueólogo egipcio que comenzó a recoger materiales para una obra que lo obligaba a visitar las magníficas colecciones que tiene el museo. Fue precisamente en la última de éstas, cuando se vio envuelto en la más extraña y notable de las aventuras. Después había viajado a París y llegó tan nervioso que, aunque intentó descansar en el hotel, no pudo tranquilizarse y decidió trasladarse de inmediato al Museo donde se dirigió rápidamente a la colección de papiros que tenía intención de consultar. Una conversación en inglés sobre las características físicas del vigilante de la sala lo hizo acercarse al individuo que realmente parecía un egipcio sacado de alguna de las pinturas que él conocía tan bien. Luego durante un rato el lápiz del investigador corrió sobre el papel, pero al fin, rendido por el viaje, se sumergió en un sueño tan profundo en su solitario rincón detrás de ...
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